Sobre Smartphones, Facebook y la falta de atención

“Todos los problemas de la humanidad proceden de la incapacidad del hombre para permanecer sentado, en silencio, a solas en una habitación.”

– Blaise Pascal.

Escribo estas líneas en un Starbucks. Delante mío puedo ver a personas sentadas, en silencio, con sus rostros iluminados por una pantalla. Un hombre de más o menos mi edad con un iPhone. Una señora entre 40 y 50 años conversando a través de un Android. Un jovencito con gafas pulsando botones en un Nintendo 3DS. Los observo sin que ellos se den cuenta, agachados y distraídos de lo que sucede a su alrededor. Entonces sigo tecleando, irónicamente, con mi rostro iluminado por una pantalla aún más grande.

He vivido una buena parte de mis 42 años sin ningún smartphone, pero tal parece que hoy soy incapaz de vivir sin uno. Adultos, jóvenes y niños tienen acceso 24 horas al día, 7 días a la semana a un aparato conectado a Internet. Esto es un fenómeno que, hace diez años atrás, no existía.

Basta alzar la cabeza (y no lo digo muy figuradamente) y mirar alrededor nuestro para darse cuenta que vivimos, como dice Cal Newport, en un estado de constante distracción. Nos hemos vuelto intolerantes al aburrimiento. Ante cualquier ápice de incomodidad desbloqueamos el celular para revisar si hay algo nuevo. Lo primero que hacemos al despertar y lo último que hacemos al acostarnos a dormir es revisar Facebook. Craig Mod escribió, “Hay miles de maneras hermosas de iniciar el día que no empiezan con mirar tu teléfono. Y aún así pocos elegimos hacerlo.”
Ya no “vivimos el momento.” El observar, reírse y gozarse de algo que está sucediendo ha sido reemplazado por una foto, un video, un selfie. Todo lo que sucede lo observamos a través de la pantalla. Estamos allí sin realmente estar allí.

Crédito: Boston Globe via Getty Images

No somos capaces de ir a ningún lado — ni siquiera cruzar al otro lado de la habitación — sin tener nuestro celular con nosotros. La soledad se ha vuelto insoportable. Sin aquel rectángulo mágico sentimos ansiedad e inseguridad, no sabemos qué hacer.

Estamos ocupados en una actividad y al mismo tiempo conversando por Whatsapp con otra persona, con la atención dividida, sin concentrarnos en una sola cosa. Y estamos perdiendo esto último: la capacidad de poder concentrarnos, de enfocarnos profundamente en una tarea. Nos hemos acostumbrado tanto a la distracción, a las notificaciones, a la vibración, que cuando no ocurre ninguna de estas cosas, instintivamente cogemos el celular para corroborar que no hay ningún mensaje o, peor aún, buscamos voluntariamente algo nuevo para aplacar el deseo y sentirnos bien. Es una adicción.

Sí, Facebook produce una reacción en nosotros similar a la de un adicto a las drogas. Y esto no es una opinión, sino un hecho respaldado por numerosos estudios. Lo mismo se aplica a otras redes sociales (e.g. Twitter, Instagram, Snapchat, Whatsapp, Reddit, Slack) o actividades (juegos, Youtube, Netflix). El hecho es que cada una de estas cosas tiene el potencial de producir en nosotros el rush de dopamina que, a largo plazo, daña nuestro cerebro y comportamiento en maneras terriblemente nocivas.

Al ser consciente de este fenómeno veo con pena y disgusto cómo otras personas caen rápidamente en un estado catatónico frente al celular. Muchachos sentados juntos y a la vez tan separados, cada uno en su propia burbuja, ignorándose e inconscientes de la rudeza de la situación.
Quiero decirles que esto es anormal. Que es maleducado e inaceptable ignorar a la persona que tienes delante. Que debes darte cuenta que tienes un problema.
Pero cuando menos me doy cuenta, mi hijita me está hablando y la estoy ignorando por responder a algo gracioso con ese Emoji que se ríe hasta las lágrimas. Ella quiere jugar conmigo y le digo, molesto, que espere, para luego reírme con algo gracioso que alguien, que no está presente, compartió.
Un día en el futuro estaré sentado a la mesa con mis hijos y ellos me ignorarán, enfrascados en su mundo, ojos pegados a sus pantallas, audífonos en sus orejas, respondiéndome en monosílabos. Y cuando les pida que me escuchen, recordaré que yo hice lo mismo con ellos hoy.

Oh, no.

Si quiero cambiar ese futuro, debo actuar ya. Si quiero controlar y enseñarles a controlarse en el uso de estas nuevas tecnologías debo empezar por mí mismo, ya mismo.

Así que ya empecé. Con Facebook, mi problema más grande.

Varias veces he intentado controlarlo para volver a recaer. Estuve muy cerca de borrar mi cuenta. Lo que finalmente ha funcionado — para mí — fue desinstalar la aplicación de mi celular y hacer unfollow a todos excepto a mis familiares cercanos. Mi News Feed es tan corto ahora que, al final de éste, sale un mensaje nuevo que dice: “You’ll have more stories in News Feed if you add more friends.” You’re so funny, Facebook.

¿Qué cambios han ocurrido? Bueno, hay cosas de las cuales no me entero, o me pongo al tanto más tarde que los demás. Cuando llego a enterarme de algo es porque tiene un alto grado de importancia (como el nacimiento de un bebé); y si no llego a enterarme es porque este otro algo forma parte del 90% del contenido usual de Facebook: memes, chistes, publicidad, noticias virales, linkbaits, etc. Eso es una gran mejora.
Por otro lado, ya no estoy tan ansioso. Me siento más libre, de hecho. Siento que ya no tengo que estar al tanto de todo ni contabilizar cuántos Likes obtuvo mi foto. Tengo más tiempo. En serio, es sorprendente la cantidad de tiempo que uno pierde en Facebook.

Curiosamente, nadie se ha dado cuenta de mi ausencia. Al menos nadie ha preguntado por mí directamente. La vida continúa, el mundo sigue girando y las noticias llegan igual. Pensé que si necesitase estar al tanto de la vida de algún amigo, podría buscarlo igual en Facebook y ver su Timeline. Eso hice con alguien y encontré que nada importante había ocurrido. Algunas fotos interesantes, pero ninguna razón de peso que me haga reconsiderar.

Se puede vivir sin Facebook. Aún no estoy seguro si debo aceptar las nuevas solicitudes de amistad. De las docenas que están esperando, solo una persona me lo mencionó al respecto.

Sigo teniendo instalado Facebook Messenger en mi celular, pues es el único medio de contacto que tengo con ciertas personas. Para mí no es un problema pues me hablan muy poco y siempre para cosas puntuales.
Seguiré atacando otros puntos problemáticos. He bajado un poco la guardia. Mi hijo sigue creciendo y me sirve de recordatorio que debo apresurarme de alcanzar cierto control y equilibrio para impartir a mi familia.

La clave, como muchas cosas de la vida, está en la moderación y el autocontrol.

Estas son algunas lecturas interesantes sobre el tema. Y si encuentras difícil leer textos “tan largos,” quizás sea un indicio de cuán fracturada está tu atención:

Finalmente, este video vale más que mil palabras.

De blogs, el pasado y cambios

Acabo de terminar de leer todo mi blog, de principio a fin. ¡Cómo he cambiado! Hay varios posts que me dan vergüenza, jaja, era demasiado irreverente.

Y no solo yo, muchas cosas han cambiado. La persona común no tenía ni celular ni mucho menos acceso a internet. En esas épocas había que convencer a las empresas que necesitaban una página web, diciéndoles que es el futuro, y pocos apostaban. Hoy todos tienen al menos una amiga vendiendo ropa por Facebook.

Los blogs estaban en un proceso de maduración. Recién los feeds RSS se estaban estableciendo, junto con los Trackbacks. El concepto del tumblelog fue absorvido por los motores de blogs, haciendo el feature característico de Tumblr irrelevante.

Oliver y yo blogueábamos en nuestra burbuja, ignorantes que había toda una galaxia de blogs peruanos. Eramos pioneros sin saberlo.

Lo que me sorprende es la cercanía que teníamos entre bloggers, bastaba hacer una pregunta a alguien en mi blog y él o ella respondía en su propio blog o en un comentario. Nos leíamos unos a otros, facilitado por los Planets.

Me hace gracia leer cuando abrí mi cuenta en el muy nuevo Twitter, quien junto a Facebook eclipsaron los blogs, centralizaron la información y nos convirtieron en productos. Anhelo ver el día que Facebook caiga tan rápido como subió y recuperemos el control de nuestra información y privacidad.

No recordaba para nada que había escrito en mi blog cuando empecé a leer Dune de Frank Herbert. Ahora ya sé que fue Savre quien me convenció de leer el libro; hasta entonces sólo conocía algo de Dune por los juegos de Cryo y Westwood para PC y la película de David Lynch (y estoy cruzando los dedos para que el próximo remake tan bien como Blade Runner 2048).

Me he inspirado a mí mismo (jaja) y estaré retomando prácticas de antes como publicar fotos casualmente o escribir posts super breves.

Me sorprende que muchas veces he dicho que debo escribir más en mi blog. Está claro que siempre he estado descontento con mi output y siempre el pasado me ha parecido mejor.

Sin querer soy dueño de una reliquia de internet, pues vengo escribiendo en mi blog desde el 2001. Muchos websites y blogs ya no existen, hay links rotos por doquier. Algunos se han mudado o cambiado sus permalinks y algunos pocos aún siguen de pie.

Espero que los blogs resurgan, sin importar si es con otro nombre. Aquí en mi rincón de internet, yo haré mi parte.

A word count exercise

I stumbled upon a novelist’s blog, Chris Orcutt, and found an interesting proposition:

Book-writing is as much an endeavor of numbers as it is one of words. The consistent, daily production of a minimum number of words is the key to getting books written. For novices this minimum word count should be higher, not lower, because writing is one of those few enterprises that, paradoxically, gets tougher as you go on.

How hard is to write, say, 250 words? I’m finding it out. And I guess I cheated when I pasted that quote. Feel free to substract 59 words from my total if you feel so inclined.

I’ve just recalled WordPress’ editor has a word count a click away. The classic editor had it on the bottom. I was baffled when a reviewer complained the Alphasmart 3000’s lack of a word count feature. I’m now discovering why. It’s an adequate measure of progress. Not that your goal is to spew out as many words as possible with fillers and padding, but that you know your writing quota for the day is done.

How can I apply this to drawing? Maybe draw a number of pages per day, or fill all the blank space in a page, or a number of anatomy studies?

I’m reminded again of the defining feature of the OKRs, the measurement. You can’t improve what you don’t measure. It’s about making a goal quantifiable and binary (“Did I reach 250 words? Yes or no?”).

Woo, 250 words. This is hard.

Dos anuncios importantes

Primero, como ya adivinan, he decidido retomar mi blog. Sí, otra vez. No prometo escribir con mucha frecuencia, pero sí prometo no volver a abandonarlo por casi un año.

Segundo, voy a escribir también en inglés. Quiero llegar a una audiencia más grande y, de paso, mejorar mi inglés escrito.