Mi cuaderno Levenger Circa

Durante un buen tiempo mi cuaderno fue un pioner (three-ring binder) tamaño A5. Me gustaba la versatilidad de sacar e intercambiar hojas. Mi hermano mayor los había usado para la universidad y yo pasé a heredarlos. Lo usaba para organizarme, tomar notas en la iglesia, en el trabajo y, por supuesto, para dibujar.

Mamá tenía varios paquetes de hojas cuadriculadas de repuesto de la marca Atlas. Pronto las hojas de repuesto empezaron a terminarse y Mamá consiguió que me recorten y perforen hojas de repuesto en una imprenta — una cantidad gigantesca. Ya han pasado varios años y todavía me quedan muchas hojas en la caja. Me cortaron y perforaron hojas cuadriculadas, bond blanco y bond de colores. No estoy seguro de qué tamaño son, pero no son A5, probablemente sean la mitad de hojas tamaño Carta. Es un misterio.
Tiempo después en una librería encontré un perforador marca Artesco que perforaba hasta cuatro huecos y era ajustable. Lo fijé al tamaño exacto de mi binder y me encantó la idea de poder perforar cualquier documento o papel para agregarlo a mi cuaderno.

Me gustaba personalizar mi binder, imprimiendo imágenes de la web como portadas, usando hojas de colores y Post-Its como etiquetas para dividir mi cuaderno en secciones (To-Dos, Proyectos Personales, Música, Braindumps, etc). Me hice plantillas que imprimía en las hojas, tomando algunas del DIY Planner. Perforé un sobre para usarlo de bolsillo, y de paso un bolsillo de CD (que jamás usé). Entré en la fiebre de la productividad en papel.

Pero el binder tenía sus desventajas. Debido al tamaño de los aros, es grueso, voluminoso e incómodo de transportar. Abrir los aros para cambiar las hojas también era un poco fastidioso, pues hay que hacer fuerza. Era un poco ruidoso abrirlo en una prédica de la iglesia. No podía escribir cómodamente hasta el borde en las hojas de la izquierda porque me lo impedían los aros. Las hojas se rompían con algún movimiento brusco y tenía que reforzar los huecos. A pesar de todos estos inconvenientes valía la pena usar el binder por la facilidad de sacar y meter hojas.

En algún site de productividad conocí el sistema de Levenger Circa. Su sistema de encuadernación consiste en discos de plástico y un tipo especial de perforación en las hojas. El concepto se llama «Disc Binding» y es muy similar al binder, excepto que no tiene aros de metal difíciles de abrir ni tampoco es voluminoso. Al igual que un cuaderno de espiral, las hojas pueden dar la vuelta completa. Es, en otras palabras, la solución perfecta a lo que estaba buscando.

Debido a que los cuadernos y hojas de Levenger son caros y no disponibles aquí en Perú, no eran una opción que consideraba seriamente. Traté de hacerme mi propio cuaderno usando aros de llaveros. El resultado fue desastrozo, haha (y terminaron doliéndome los dedos). Con frecuencia volvía al sitio web de Levenger admirando sus productos y copiando algunas de sus hojas como plantillas para mi binder. A pesar de ver las fotos y videos aún no estaba seguro de entender bien el binding.
En una increíble coincidencia, ordenando mis cosas encontré un papel que Mike (un muy querido hermano en Cristo de Estados Unidos) me había entregado en el Campamento de Niños y me sorprendí al ver que ¡era una hoja perforada Circa! Le mandé un mail a Mike para preguntarle cómo era el sistema, pero no me contestó.

Al no tener respuesta y no aguantarme, pregunté en Ask Metafilter si el sistema era tan solamente en los discos, la perforación y nada más; o si había alguna pieza que mantuviese el cuaderno unido (ya que mi encuadernación con aros resultó eclenque) y que de repente yo no distinguía en las fotos. En resumen: si me compraba los discos y el perforador, ¿podía hacerme mi propio cuaderno Circa?

Las respuestas fueron que sí, los discos y la perforación lo eran todo. Entonces otro Mefite me hizo una sugerencia decisiva: Levenger Circa vende un «Circa Simply Irresistible Sampling Kit,» un paquete con varias hojas de muestra, discos y cubiertas para armar un cuaderno grande que costaba $40, y también — y este es el detalle clave — una Tarjeta de Regalo por $40.

«Podrías ordenar eso, esperar que llegue y usar los $40 para comprar el perforador.»

¡Qué buena idea!

El perforador costaba algo de $72 (yep, caro, es una pieza de lujo, excelentemente construida, de metal, tan pesada que podría usarla como arma). Le volví a escribir a Mike, preguntándole si podría comprar el Sampling Kit y luego el perforador con la Tarjeta de Regalo; yo se lo pagaría todo después. Entonces Mike me contestó que no me preocupe, que me lo compraría todo como gesto de agradecimiento. ¡OH, WOW! ¡Qué genial, qué genial! ¡Creo que nunca podré terminar de agradecérselo!

Tras una espera de varios meses, mi cuaderno Circa llegó. Mi Sampling Kit llegó distinto al listado en el website de Levenger, pero ya estaba avisado que, debido a stock, ellos estaban en la libertad de sustituir muestras para agilizar la entrega de los Kits.

Un detalle importante para el «funcionamiento» adecuado del cuaderno es que las hojas de Levenger son gruesas (90 gsm). Probé usar las hojas cuadriculadas de respuesto de mi binder, pero el papel era muy delgado y se rompían fácilmente con la perforación. Las hojas se trababan, se rompían y no se podía usar. Probé perforar hojas bond (también repuestos perforados para mi binder) que eran más gruesas y funcionaron mucho mejor. Pensé en comprar papel más grueso, pero resistí ese impulso porque me pareció un desperdicio no usar las hojas de repuesto de mi binder, de las cuales tenía (y sigo teniendo) un montón por usar.

Suficientes palabras, ¡queremos las fotos!

Me gusta probar distintos tipos de papeles. En la foto anterior arranqué las hojas de una vieja agenda y la recorté al tamaño adecuado.

En el trabajo de Thalía compraron un papel grueso para envolver obsequios. Thalía me guardó algunos sobrantes sabiendo que me gustaría usarlos para dibujar. Los usé para dibujar mi Journal Comic.

En la lista de compras futuras tengo más discos para que Thalía tenga su propio cuaderno y para tener uno de archivo con las hojas que ya no caben en mi cuaderno actual.

Soy un muy feliz dueño y fan de Levenger Circa. Altamente recomendado.

72 Hojas. 148 Páginas. Wow.

Luego de dibujar regularmente mi Journal Comic en mi sketchbook de papel kraft, he llegado al final del sketchbook. He dibujado un aproximado de 148 páginas (72 hojas). Digo «aproximado» pues hay algunas páginas que tienen otros dibujos o anotaciones que no son de mi Journal Comic.

La primera entrada tiene fecha de Enero 3, 2011 y la última ha sido el Diciembre 2, 2011 — he estado dibujando casi todo el año. El principio de Febrero no dibujé mucho, pero luego del Campamento de Niños empecé a dibujar más seguidamente.

Me cuesta creer que he dibujado toda esta cantidad de hojas. Es todo un hito porque es una muestra visible y palpable de disciplina. Es sorprendente lo que una cosa pequeña al día puede llegar a hacer.

Si quieren echarle un ojo a estos dibujos pueden leerlos desde aquí, donde empecé a publicarlos desde Octubre.

La Práctica hace al Dibujo

Desde el principio de año he notado dos cosas: he estado dibujando poquísimo y he estado leyendo más.

Quisiera dibujar mejor y la única manera es practicando más. Tiendo a querer dibujar poco y muy bien, cuando lo ideal es dibujar más para con la práctica ir mejorando y mejorando.

Por otro lado, tengo la costumbre de leer bastante con Instapaper o el Kindle en el iPhone. Aprovechaba pequeños momentos libres o de espera para leer algo, así que estaba contento de reclamar ese tiempo muerto con algo productivo.

Decidí reordenar mis prioridades y dibujar más en lugar de leer más. Entonces me vino la brillante idea: ya que tengo la costumbre de leer, reemplazaré los momentos de lectura con el dibujo. Y entonces empecé a dibujar más.

Cogí una libreta a medio usar que compré en Lima el anteaño pasado y la llevo conmigo a todas partes. Como las tapas son duras tengo una buen apoyo para dibujar, en lugar de una libreta delgada que tienda a doblarse. Empecé a dibujar con mi set de lápices Staedtler, pero no me daban buenos resultados con este tipo de papel (Kraft). Aún así seguía dándole, practicando. Mike me obsequió un lapicero de gel negro (Uni-Ball Signo 207) y lo probé. Seguí dibujando con lápiz, luego otro día volví a probar el lapicero y desde entonces no lo he dejado.

Esto me gusta porque es el tipo de experiencia que deseaba obtener: ir probando cosas hasta encontrar lo ideal con lo que puedo trabajar.

Mi Sketchbook

Con el lapicero ya no puedo borrar, estoy forzando a tener más confianza en cada trazo. He notado el contraste al ir a la computadora, dibujo con inseguridad haciendo muchas líneas de construcción. Ya entiendo por qué me toma tanto tiempo dibujar algo. Mi meta es dibujar sin líneas de construcción y crear el dibujo final lo más temprano posible.

Estoy dibujando mi Journal Comic allí. A veces sucede algo interesante y lo dibujo. Con ello tengo un banco de ideas para elegir y redibujar para la web. En mi Sketchbook dibujo cosas que no llegan a la web por ser más personales o porque simplemente no sobreviven a la edición. Antes tenía problemas para elegir qué contar, pero como ahora dibujo más frecuentemente, tengo otro problema solucionado. ¿Genial, no?

Ah, cómo quisiera haber hecho esto antes.

Why «Everyday Matters»

Why «Everyday Matters:»

My editor frowned and said that wasn’t really how books worked and that I needed to come up with a theme, a story, an arc, a reason for anyone to care and keep turning the pages. After some head scratching, I decided that maybe the theme could just be «A New York diary». Again my editor frowned. «Just ‘New York’? What about it? What’s unique about your perspective?»

My next idea: maybe it could have something to do with architecture (I had already drawn quite a lot of buildings) and she asked me from what perspective, what did I know about architecture, what was my POV on buildings and I said lamely, «I dunno, I just draw a lot of them.»

Finally, one tense Thursday evening she said, «Look, why do you draw? Why have you always drawn?» I snapped back that I hadn’t always drawn, that I’d only started a few years before, in my mid thirties. I guess I’d never told her that. «Well, why did you start?» she asked.

I explained that the reason I’d started was private, not something I could share in a book, too personal, too private. She kept prodding me until I explained that my wife had been run over by a subway train and that in the months after I had begun to draw and to chronicle our lives and stuff I liked and places I went and thoughts I had and so on.

There was a longish silence.