CLIP Studio Paint 1.13.1 on Linux

Installed CLIP Studio Paint 1.13.1 and the installation went without any problems with WINE Staging 7.22. It couldn’t connect to the internet for validating the license but its «offline» alternative validation worked.

But it’s not usable. CTRL+N and CTRL+Z didn’t work, I think it’s not catching those shortcuts. And my zoom in/out shortcuts work intermittently. My Wacom Intuos3 tablet worked flawlessly.

And it kept working at 70% CPU. So, not really usable. I was interested on the new features for the 3D models but looks like I’ll have to bite the bullet and learn Blender for real.

Krita 5

En Diciembre salió Krita 5, el programa de dibujo que uso ahora (antes usaba CLIP Studio Paint con Wine).

Dos cosas que esperaba con ansias:

  1. El nuevo manejo de pinceles, el anterior tenía demasiados bugs y ahora, finalmente, administrar los pinceles ya no son un problema.
  2. ¡El grabador de video! CLIP Studio Paint tenía esta característica para grabar un timelapse del proceso de dibujo. Aún no he probado el de Krita, pero genial que no necesitaré un programa externo para grabar la pantalla.

Probando Krita nuevamente

CLIP Studio Paint 1.10 dejó de funcionar con WINE en Linux, justo cuando agregaron soporte para SVG (¡buah!). Como ahora el futuro de CSP en Linux me es incierto, estoy volviendo a probar Krita (más seriamente que antes) para determinar si es una alternativa viable.

Muchas cosas que me funcionaban a medias con CSP ahora funcionan: copiar y pegar del clipboard (usaba un script para convertir de PNG a BMP y viceversa), la punta secundaria del lápiz de la tableta Wacom, un inicio más rápido (no hay WINE qué levantar), entre otros. Krita tiene bastantes características interesantes que no tiene CSP, pero también tiene varios bugs y en general todavía le falta pulir muchos detalles básicos. Lo peor de todo es que más de una vez he tenido crashes, lo cual es inaceptable.

Como la mejor forma de aprender algo es aplicándolo en un proyecto real, «calqué» y pinté este dibujo del manual de instrucciones de un modelo a escala del VF-1 de Revell, que mi hermano y yo tuvimos de chicos.

Prime, mi primera Macbook Pro

Hace mucho tiempo tengo pendiente escribir en mi blog que tuve una Macbook Pro. Siempre he admirado las Macs y MacOS X (recuerdo la primera vez que pude usar una G4) pero de lejos, porque su alto precio las hacía inaccesibles para mí.

En el 2015 apareció la oportunidad de comprarme una Macbook Pro Early 2011, muy bien cuidada y a un precio asequible. Siempre me veía en un futuro lejano usando una Mac e, inesperadamente y sin sentirme listo, la oportunidad estaba allí delante mío. Ese día futuro había llegado y no lo podía creer.

Le puse de nombre «Prime,» porque era mi primera Mac.

Mi máquina en ese entonces era una Lenovo Thinkpad X200 Tablet («Tumbler»), en la cual tenía un híbrido de sistemas operativos: Windows XP como sistema operativo principal y Ubuntu Linux dentro de Virtual Box. La razón por la que usaba Windows era para evitarme problemas con el hardware (entiéndase: impresoras, scanners, etc) y usar software exclusivo para Windows (notablemente, PaintTool SAI). Sin embargo, todo el grueso de mi trabajo lo hacía en Linux, el cual no requería muchos recursos.

MacOS X vino a ser la amalgama ideal de esa configuración: un Unix con soporte de primera clase por proveedores. Adicionalmente, ahora tenía acceso a programas exclusivos para Mac los cuales, en mi opinión, tienen una mayor calidad y pulido que las alternativas de Windows. Y cuando descubrí CLIP Studio Paint para MacOS, fui enormemente feliz (hasta entonces seguía usando Paint Tool SAI en la X200 Tablet).

Ya muchos han escrito acerca de las bondades y peculiaridades del ecosistema de Apple y las Macs. El quid principal, en lo que concierne a ecosistemas opinados, es que si la dirección coincide en su mayoría con tu modo de pensar, todo es felicidad y dicha. Es en la diferencia de opiniones fundamentales donde ocurren los conflictos y debates acalorados, y ahora que Apple está llevando las Macs por una dirección distinta (otra vez) muchos fanáticos veteranos se encuentran en una posición de disgusto y decepción.

¿Mi posición? Me gusta mucho el just works del ecosistema de Apple, que mi impresora, tableta Wacom y otros dispositivos tengan drivers propios del proveedor (y no un tercero no oficial como es lo usual en Linux), la experiencia del sistema operativo (¡ese scroll tan suave y perfecto!) y la comunidad que gira en torno a MacOS.
Por otro lado, hay cositas que me sorprendieron, como la falta de soporte de ext4fs (requieres comprar un driver de un tercero), el sistema de ficheros case insensitive, el flujo ilógico para ver imágenes, lo mucho que se calentaba el cuerpo de aluminio (sobre todo en mi calurosa oficina en la calurosa Ica), entre otras cosas. Pero lo que más, más me irrita con pasión son los pésimos adaptadores de corriente. Apple tiene mucho cuidado del hardware, excepto el adaptador, cuyo cable se rompe con la mirada.

Para mi deleite, mi vieja máquina del 2011 podía usar MacOS X El Capitan, la versión más reciente del 2015. En el 2017 pude actualizar también a High Sierra, pero finalmente fue con Mojave en el 2018 que mi Macbook Pro fue excluida. Siete, casi ocho años, es bastante tiempo en lo que concierne a legado de hardware, Apple ha sido muy generoso.

En el 2019 decidí que era necesario hacer un upgrade. El problema es que mi presupuesto estaba más ajustado que antes, y las Macs seguían igual de caras que siempre.