Julio 01, 2003

El fin de semana tuvimos la visita de dos misioneros que viven actualmente en Lima: Don Gordon y la señora Florencia Wakefield. Se hospedaron en la casa, el motivo de su visita fue un matrimonio en Pisco el día sábado. Doña Florencia toca el piano y la invitaron para tocar, y a Don Gordon para dar la bendición a los nuevos esposos.

Cuando llegaron empezaron a armar un órgano Casio antiguo que habían traído. El hecho es que lo enchufaron y no encendía para nada. Después de descartar varias cosas el problema parecía ser el adaptador, así que Don Gordon sacó todo un paquete de pilas Duracell tamaño “D” de una bolsa y voilá, let the music roll.

¿Y por qué les cuento esto? Por aquellos detalles chiquitos del incidente ocurrido que me parecieron atesorables. Detalles como la manera cómo coordinaban entre ellos tratando de encontrar la falla, preguntando uno y respondiendo otro, y finalmente usando una solución evidentemente prevista de antemano. Fue mi hermano hace años atrás quien me hizo la observación que Don Gordon y Doña Florencia trabajaban en equipo, y lo acabo de comprobar por mí mismo.
Los admiro por la manera cómo encajan el uno con el otro, su organización, la manera cómo se comportaban era como si pudiesen leerse la mente el uno al otro y saber cuándo moverse a un lado y cuándo extender la mano para ayudar.

(Suspiro)