Estoy entreteniendo la idea de aprender en serio a tocar el piano este año. Será mi proyecto Ultralearning.
A veces quisiera tener una netbook como máquina para escribir, pero olvido que mi Acer Aspire One tenía un teclado horrible.
Encontré el otro reloj Citizen automático de Papá, el que usaba a diario. Me sorprendí porque no tenía su correa de metal. Al volvérsela a poner recordé por qué se la había sacado: es muy delgada para mi brazo. También encontré otro reloj antiguo que funciona a energía solar. Prendió un poco con la luz de mi lámpara y al día siguiente lo dejé en la ventana recibiendo luz directa del sol, pero sigue sin funcionar. La correa de este reloj solar es un mesh de metal y es del mismo tamaño que el Citizen de Papá. Traté de retirarla sin éxito. Me pareció que en lugar de tener la barra usual de resorte era una barra fija. Volví a intentar nuevamente y nada. Me resigné. Más tarde, mientras tomaba un desayuno ligero y, asistido por la luz del sol, decidí volver a intentarlo, ya con más paciencia. Siempre estuve probando de un lado, y cuando miré en el lado opuesto pude ver el final de una sección de la barra. Probé y salió delicadamente. ¡Victoria! Ahora tengo otro reloj más de vestir, o quizás para usarlo de diario como lo hacía mi Papá. Lo usé un día entero para ver si marchaba bien y no hubo problemas, testimonio de una maquinaria precisa.