Sismo en Ica, 30 de Enero del 2012

Dentro de mi sueño sentí el temblor y aún dormido pensé: “¡despiértate, temblor!”

Abrí los ojos y todo estaba temblando terriblemente.

No recuerdo haber cogido la linterna que siempre tengo al lado de mi cama. Lo que sí recuerdo es haber tratado de coger mis celulares y sólo atinar a uno. Cuando intenté levantarme, sentí la resistencia del cable del cargador y supe que era el iPhone.

Solamente llegué a la puerta de mi cuarto y ya no pude avanzar más. El remezón era bastante fuerte, las ventanas hacían ruido y algunas cosas empezaron a caerse. El movimiento era de lado a lado, las ondas cortas. Mi hermana estaba en la puerta de su cuarto, que da al lado del mío, pero no veía a Mamá. Mi mente iba a mil planificando cómo hacer para bajar las escaleras. Gracias a Dios, la intensidad comenzó a reducirse y finalmente terminó.

Varias cosas se cayeron, pero ningún daño mayor ni estructural. Tampoco alguno personal.

Subí nuevamente a mi cuarto a recoger mi celular, ponerme un polo encima y zapatillas. Como mi pantalón de pijama no tiene bolsillos cogí mi mochila y metí todo allí. Dormimos (o intentamos dormir) en la sala. Estaba bastante incómodo para dormir en el sofá, pero luego me di cuenta que seguía sobresaltado, creo que por la sorpresa del despertarse. Por eso no podía dormir. Intenté calmarme. Una parte de mi mente seguía esperando las réplicas.

El sismo fue de 6.3, a 15km al sureste de Ica, a las 12:11 AM. Más información en la USGS.

Terremoto en Ica, Octubre 2011

El terremoto nunca avisa.

El Viernes 28 celebramos cuatro años de Icaplanet y coordinamos hacer un almuerzo. Solamente pudimos ir Oliver, Diavolo y yo. Nos encontramos en Plaza del Sol para que cada uno pueda elegir lo que se le antoje comer (léase: yo quería pizza), llegué de último y luego de un breve saludo fuimos a buscar la comida para luego sentarnos bien y celebrar.

Pedí (y pagué) mi pizza y me acerqué a los chicos que estaban al lado, en China Wok. Cuando me estaba acercando a Oliver, dijo “Temblor!” y algo más en tono sarcático que ya no recuerdo. Sacó su Milestone para escribir en Twitter cuando el temblor incrementó violentamente. Oliver mismo se detuvo. Nunca antes había estado en un sitio público durante un sismo (es decir, si no contamos el colegio). Me quedé de pie mirando la reacción de la gente: algunos empezaron a correr, otros estaban quietos y alguien del personal de Plaza del Sol trataba de calmar a la gente. Entonces uno de los vidrios estalló (creo que fue del Coney Park) y el ruido hizo entrar en pánico a muchos.

Con Oliver miramos hacia arriba y veía moverse todas las luminarias y cosas suspendidas del techo. Me di cuenta que tenía el vuelto de la pizza en la mano y me lo guardé en el bolsillo. Empezó a caer polvillo del techo, se caían los mosaicos de las columnas y empecé a caminar con un brazo arriba, con temor que algo me cayese encima. En realidad no era mucho, pero la impresión general que te daban todas las cositas y el ruido del vidrio era como que todo se venía abajo. Al girar, el personal del Pizza Hut estaba saliendo de su puesto. Una de las chicas saltó por encima del mostrador. Yo aún tenía mi recibo del Pizza Hut en la mano.

Toda la gente estaba corriendo en dirección a las escaleras. Me acerqué a una de las columnas (con su signo verde de “Zona Segura”) y allí estaba una señora cargando a un niño de 3 o 4 años y su hija ya de edad escolar. La señora me dijo, “Ayúdeme por favor,” y yo me acerco a ella y le digo, “Cámese, señora, vamos a esperar que pase.” Volteo y veo a Oliver filmando con su Milestone. Al principio no le entendía a qué tipo de ayuda se refería la señora. Pensé que me hablaba de no dejarla sola o de protegerla. “Ayúdeme con mi hijo,” me decía y yo le contestaba, “Sí señora, yo le voy a ayudar, pero debe calmarse.” Su hija decía, “Señor, ayúdanos.”

La señora se acerca a mí y me dice otra vez, “Ayúdeme, mi hijo” y entonces recién le entendí.
“Quiere que cargue a su hijo?”
“Sí.”
Tomé al chico y la señora empezó a caminar hacia la escaleras.
“Espere, señora, todavía no,” le dije, pero ella quería salir de allí.

Cuando tomé al chico, gimió un poco al separarse de su madre, pero se calmó al ver que estaba cerca, y que yo les estaba siguiendo. Llegamos a las escaleras mecánicas y seguía tratando de convencer a la señora que aún no era seguro avanzar. “Puede haber una réplica,” pero ella me jalaba y me rogaba por favor que no la dejara.
Volteé para buscar a Oliver y le señalé que estaba cargando al niño y que me iría por mi cuenta. Bajamos las escaleras sin ninguna novedad. Toda la gente avanzaba a la par, rostros angustiados, mujeres llorando, empleados cerrando sus locales, celulares que daban tono de red ocupada. Me di cuenta que tenía el recibo de la pizza en la mano y me la guardé.

Llegamos hasta la salida. “¿Casa?” dijo el niño. “Sí, vamos a la casa,” le dije.

La señora quería cruzar la pista y por enésima vez le decía que se detuviera, que era peligroso. Pero ella me dijo que quería cruzar al otro lado, que allí era seguro — cosa que lo es, pues al frente está el mercado La Palma que es abierto. Le dije que cruzara con cuidado. Un tipo en terno vino corriendo a gran velocidad en dirección contraria a los carros y por poco y golpea a la señora. Cruzamos finalmente y le dije, “Hasta aquí puedo ayudarla, tengo que ver a los míos.” Ella agradeció la ayuda y regresé a la entrada de Plaza del Sol, donde estaban Oliver y Diavolo.

“¡No he comido mi pizza!” les dije. Y empezamos a bromear. Oliver decía que ya sabía que alguna catátrofe ocurriría si venía Diavolo. “¡Feliz aniversario, Icaplanet!”

Cuando fui a buscar a Thalía y me detuve a esperar que pasen todos los carros, sentí otra réplica. Nadie a mi lado se había dado cuenta, pues estaban caminando o en actividad. Llegué a la oficina y estaba todo cerrado. La red celular estaba caída y no entraba ninguna llamada. Recién me di cuenta que tenía una llamada perdida de Lucy, que con el caminar no había sentido.

Llegué a casa y, gracias a Dios, todos estaban bien. Luego de mil llamadas finalmente pude hablar con Thalía, ambos aliviados de saber que estábamos bien.

Ya había pasado todo pero mis manos seguían temblando.

Perú Paper

Perú Paper

Peru Paper hires women who might otherwise be unable to earn a livable wage. The company began operations with four employees. Today, Peru Paper employs 16 Peruvian women who have discovered new talents ranging from paper-making to card design to business management. The women handle every phase of production, from making the paper to creating the designs to packaging the finished cards. The final products are shipped to Greene in Jackson, Mississippi. Greene then sells the cards to retail shops and directly to consumers through the company’s website.

The business is run from the women’s homes, allowing them to care for their children and work around their families’ schedules. Work is assigned and coordinated through Danny Hernandez, Greene’s manager in Trujillo. Hernandez’s husband is a local pastor; many of the women are recruited through the church.

“Our idea is to give the women jobs and help them financially, but also to get them involved in the church and evangelize them,” Greene translates as Hernandez explains.

“We have ups and downs like any business, but I can see the Lord working in their lives. The greatest reward for me is being involved in these women’s spiritual lives.”

Paralelamente, me gusta mucho el diseño del artículo.

Estupefactos

Estupefactos:

Porter, profesor fulgurante del Harvard Business School y autor de 16 libros, vino a ponerle nota al modelo Fujimori-Toledo-García.

Las llamadas “fuerzas vivas” fueron a escuchar a esta mente brillante, que ha asesorado a empresas como Dupont y Procter and Gamble y cuyo libro “The Competitive Advantage of Nations”, publicado en 1990, se convirtió en referente de todo análisis serio que se hiciera en torno a lo que puede hacer fuerte a un país en una economía sin fronteras aparentes como la actual.

¿Y qué le dijo al empresariado peruano Michael Porter?

Iqueño ganó una Medalla de Oro en Olimpiada Internacional de Matemáticas 2010

José Gustavo García Sulca ganó una Medalla de Oro en la International Mathematical Olympiad 2010, que se llevó a cabo en Astana, Kazajistán. José es Peruano, ¡y es Iqueño!

Via Andina: Perú se adjudicó medallas de oro y plata en Olimpiada Mundial de Matemática en Kazajistán:

El estudiante peruano José García Sullca se impuso a los representantes de más de cien países del mundo y conquistó la medalla de oro en la 51ª Olimpiada Mundial de Matemática, que se realizó recientemente en la ciudad de Astana, en Kazajistán; mientras que el escolar Alejandro Loyola, también peruano, logró la presea de plata.

En los resultados generales, Perú quedó en el puesto 18.