Introduction to the Zettelkasten Method

Introduction to the Zettelkasten Method:

A Zettelkasten is a personal tool for thinking and writing. It has hypertextual features to make a web of thought possible. The difference to other systems is that you create a web of thoughts instead of notes of arbitrary size and form, and emphasize connection, not a collection.

Un muy interesante método de hipertexto usando papel. Gracias a Roberto Zoia por el dato.

Libro 11 del 2020: The Motivation Hacker de Nick Winter

Una descripción certera de The Motivation Hacker es “un blog post muy largo.” La premisa detrás del libro son “hacks” para motivarse a cumplir metas o proyectos. El libro es medio “meta,” Nick Winter usó hacks para motivarse a escribir un libro sobre cómo usar hacks para motivarse.

Y ese es el problema, no es un trabajo cuidadoso basado en años de experiencia del autor sobre el tema, sino se siente y se lee como un… hack.

Con todo, tiene algunos consejos y técnicas rescatables.

Terminé el curso “A Focus on Time” de Shawn Blanc

En Abril terminé “A Focus on Time,” un curso de manejo de tiempo creado por Shawn Blanc.

El curso consiste en 33 lecciones que están en formato de video y texto. El acceso a todas las lecciones es inmediato (no te lo sueltan de a pocos, ni están bloqueados bajo alguna condición). Puedes tomar cada lección de forma independiente, aunque algunas se construyen sobre la base de lecciones anteriores.

Les comparto dos lecciones que me ayudaron:

  • “Utilizing themed days for focus” (Sesión 27) donde designas un día para enfocarlo en sólo un proyecto o un grupo de tareas relacionadas (e.g. pago de servicios, responder correos).
  • Con “Minimum and maximum time allowances” (Sesión 10), aprendí a definir un máximo y un mínimo de tiempo. Por ejemplo, máximo 30 minutos al día para chequear el correo y mínimo 30 minutos al día para leer la Biblia y orar.

Lo recomiendo bastante.

Logbook your 2019

Logbook your 2019:

I’ve been keeping a logbook since 2014, and it’s become one of my most important tools. I use a logbook to track my life, capture ideas and experiences, and remember my days.

I encourage you to try one this year.

El título original del post era “Logbook your 2018.” Ya estamos más cerca del 2020 y sigue siendo una buena idea.

Adiós, Wunderlist

Wunderlist es la aplicación de to-dos que utilizo en mi computadora y mi smartphone. Junto con mi calendario, es una pieza clave para organizarme. En Junio del 2015 anunciaron que habían sido comprados por Microsoft y que descontinuarían la aplicación. Odio cuando estas cosas pasan. Empecé a buscar alternativas, pero los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, los meses en años y Wunderlist seguía funcionando, así que me despreocupé del asunto.

Hasta esta semana cuando, al entrar a la aplicación en la web, me salió un landing page invitándome a migrar al nuevo Microsoft To-Do. Tarde o temprano iba a ocurrir y, para ser 2019, ha sido bastante tiempo. Probé la opción de migrar mis to-dos y listas, pero Microsoft To-Do es sumamente lento para inicializar y está enfocado a integrarse con el resto de Office 365 del cual no soy su público objetivo.
Es una gran pena y una decepción. El escenario ideal era que Wunderlist mejorara, y han hecho todo lo contrario. Christian Reber, el creador original de Wunderlist, expresó su deseo de comprar Wunderlist de nuevo a Microsoft, pero no ha rendido frutos.

Creo haber encontrado mi reemplazo ideal con Todoist. No puedo replicar el flujo de trabajo que tenía con Wunderlist (no hay concepto de Starred Items en Todoist), pero estoy tomándolo con una mente abierta y dispuesta a cambiar mis procesos, esperando descubrir algo mejor. Todoist tiene Priorities y Labels y muy útiles atajos. Por ejemplo, estando en un Proyecto A puedo crear un to-do para el Proyecto B sin necesidad de cambiar de Proyectos. Solo escribes el nombre precedido de un hash (“#”) y Todoist te muestra una lista, con autocompletado. Wunderlist no tiene eso.

Y así, Todoist tiene varias cositas que me gustan. Lo seguiré probando por un par de meses más pero estoy casi convencido que mi búsqueda terminó.

Sobre Smartphones, Facebook y la falta de atención

“Todos los problemas de la humanidad proceden de la incapacidad del hombre para permanecer sentado, en silencio, a solas en una habitación.”

– Blaise Pascal.

Escribo estas líneas en un Starbucks. Delante mío puedo ver a personas sentadas, en silencio, con sus rostros iluminados por una pantalla. Un hombre de más o menos mi edad con un iPhone. Una señora entre 40 y 50 años conversando a través de un Android. Un jovencito con gafas pulsando botones en un Nintendo 3DS. Los observo sin que ellos se den cuenta, agachados y distraídos de lo que sucede a su alrededor. Entonces sigo tecleando, irónicamente, con mi rostro iluminado por una pantalla aún más grande.

He vivido una buena parte de mis 42 años sin ningún smartphone, pero tal parece que hoy soy incapaz de vivir sin uno. Adultos, jóvenes y niños tienen acceso 24 horas al día, 7 días a la semana a un aparato conectado a Internet. Esto es un fenómeno que, hace diez años atrás, no existía.

Basta alzar la cabeza (y no lo digo muy figuradamente) y mirar alrededor nuestro para darse cuenta que vivimos, como dice Cal Newport, en un estado de constante distracción. Nos hemos vuelto intolerantes al aburrimiento. Ante cualquier ápice de incomodidad desbloqueamos el celular para revisar si hay algo nuevo. Lo primero que hacemos al despertar y lo último que hacemos al acostarnos a dormir es revisar Facebook. Craig Mod escribió, “Hay miles de maneras hermosas de iniciar el día que no empiezan con mirar tu teléfono. Y aún así pocos elegimos hacerlo.”
Ya no “vivimos el momento.” El observar, reírse y gozarse de algo que está sucediendo ha sido reemplazado por una foto, un video, un selfie. Todo lo que sucede lo observamos a través de la pantalla. Estamos allí sin realmente estar allí.

Crédito: Boston Globe via Getty Images

No somos capaces de ir a ningún lado — ni siquiera cruzar al otro lado de la habitación — sin tener nuestro celular con nosotros. La soledad se ha vuelto insoportable. Sin aquel rectángulo mágico sentimos ansiedad e inseguridad, no sabemos qué hacer.

Estamos ocupados en una actividad y al mismo tiempo conversando por Whatsapp con otra persona, con la atención dividida, sin concentrarnos en una sola cosa. Y estamos perdiendo esto último: la capacidad de poder concentrarnos, de enfocarnos profundamente en una tarea. Nos hemos acostumbrado tanto a la distracción, a las notificaciones, a la vibración, que cuando no ocurre ninguna de estas cosas, instintivamente cogemos el celular para corroborar que no hay ningún mensaje o, peor aún, buscamos voluntariamente algo nuevo para aplacar el deseo y sentirnos bien. Es una adicción.

Sí, Facebook produce una reacción en nosotros similar a la de un adicto a las drogas. Y esto no es una opinión, sino un hecho respaldado por numerosos estudios. Lo mismo se aplica a otras redes sociales (e.g. Twitter, Instagram, Snapchat, Whatsapp, Reddit, Slack) o actividades (juegos, Youtube, Netflix). El hecho es que cada una de estas cosas tiene el potencial de producir en nosotros el rush de dopamina que, a largo plazo, daña nuestro cerebro y comportamiento en maneras terriblemente nocivas.

Al ser consciente de este fenómeno veo con pena y disgusto cómo otras personas caen rápidamente en un estado catatónico frente al celular. Muchachos sentados juntos y a la vez tan separados, cada uno en su propia burbuja, ignorándose e inconscientes de la rudeza de la situación.
Quiero decirles que esto es anormal. Que es maleducado e inaceptable ignorar a la persona que tienes delante. Que debes darte cuenta que tienes un problema.
Pero cuando menos me doy cuenta, mi hijita me está hablando y la estoy ignorando por responder a algo gracioso con ese Emoji que se ríe hasta las lágrimas. Ella quiere jugar conmigo y le digo, molesto, que espere, para luego reírme con algo gracioso que alguien, que no está presente, compartió.
Un día en el futuro estaré sentado a la mesa con mis hijos y ellos me ignorarán, enfrascados en su mundo, ojos pegados a sus pantallas, audífonos en sus orejas, respondiéndome en monosílabos. Y cuando les pida que me escuchen, recordaré que yo hice lo mismo con ellos hoy.

Oh, no.

Si quiero cambiar ese futuro, debo actuar ya. Si quiero controlar y enseñarles a controlarse en el uso de estas nuevas tecnologías debo empezar por mí mismo, ya mismo.

Así que ya empecé. Con Facebook, mi problema más grande.

Varias veces he intentado controlarlo para volver a recaer. Estuve muy cerca de borrar mi cuenta. Lo que finalmente ha funcionado — para mí — fue desinstalar la aplicación de mi celular y hacer unfollow a todos excepto a mis familiares cercanos. Mi News Feed es tan corto ahora que, al final de éste, sale un mensaje nuevo que dice: “You’ll have more stories in News Feed if you add more friends.” You’re so funny, Facebook.

¿Qué cambios han ocurrido? Bueno, hay cosas de las cuales no me entero, o me pongo al tanto más tarde que los demás. Cuando llego a enterarme de algo es porque tiene un alto grado de importancia (como el nacimiento de un bebé); y si no llego a enterarme es porque este otro algo forma parte del 90% del contenido usual de Facebook: memes, chistes, publicidad, noticias virales, linkbaits, etc. Eso es una gran mejora.
Por otro lado, ya no estoy tan ansioso. Me siento más libre, de hecho. Siento que ya no tengo que estar al tanto de todo ni contabilizar cuántos Likes obtuvo mi foto. Tengo más tiempo. En serio, es sorprendente la cantidad de tiempo que uno pierde en Facebook.

Curiosamente, nadie se ha dado cuenta de mi ausencia. Al menos nadie ha preguntado por mí directamente. La vida continúa, el mundo sigue girando y las noticias llegan igual. Pensé que si necesitase estar al tanto de la vida de algún amigo, podría buscarlo igual en Facebook y ver su Timeline. Eso hice con alguien y encontré que nada importante había ocurrido. Algunas fotos interesantes, pero ninguna razón de peso que me haga reconsiderar.

Se puede vivir sin Facebook. Aún no estoy seguro si debo aceptar las nuevas solicitudes de amistad. De las docenas que están esperando, solo una persona me lo mencionó al respecto.

Sigo teniendo instalado Facebook Messenger en mi celular, pues es el único medio de contacto que tengo con ciertas personas. Para mí no es un problema pues me hablan muy poco y siempre para cosas puntuales.
Seguiré atacando otros puntos problemáticos. He bajado un poco la guardia. Mi hijo sigue creciendo y me sirve de recordatorio que debo apresurarme de alcanzar cierto control y equilibrio para impartir a mi familia.

La clave, como muchas cosas de la vida, está en la moderación y el autocontrol.

Estas son algunas lecturas interesantes sobre el tema. Y si encuentras difícil leer textos “tan largos,” quizás sea un indicio de cuán fracturada está tu atención:

Finalmente, este video vale más que mil palabras.

El Calendario al poder

Me ha llamado la atención una serie de artículos de diversas personas acerca de una estrategia muy interesante: agendar en el calendario todo lo que se va a hacer en el día, es decir, no solamente las tareas sino también descansos, tiempo de recreación y ocio, etc. Mi calendario consta de ciertas entradas accionables (e.g. pagos, reviews), de notificación (e.g. vencimientos, cumpleaños) y alguno que otro bloque de tiempo (reuniones, visitas). La idea es ahora definir cada minuto de tiempo.

Lo leí primero en el libro Deep Work de Cal Newport, donde respaldaba el beneficio de hacer esto así:

[…] the motivation for this strategy is the recognition that a deep work habit requires you to treat your time with respect. A good first step towards this respectful handling is the advice outlined here: Decide in advance what you’re going to do with every minute of your workday.

A pesar de la explicación en el libro, no me quedaba del todo claro. Probé varios formatos diversos sin ningún éxito, hasta que encontré un artículo de Cal donde publicó una foto de su calendario. Una imagen vale más que mil palabras.

Hay una diferencia sustancial en el definir deliberadamente lo que uno va a hacer en el día. Tengo una larguísima lista de tareas pendientes, pero al intentar esta estrategia inmediatamente me di cuenta de dos cosas: (1) que el tiempo es de veras escaso y (2) que malgasto mi tiempo terriblemente. ¿En serio? ¿Tienes poquísimo tiempo y aún así te das el lujo de malgastarlo? Me sentí terrible y culpable.

Y eso es bueno.

Así que manos a la obra. Está claro ahora que esta estrategia es superior. Todavía estoy en proceso de hacer que este nuevo sistema funcione, estoy aún en la etapa de try-and-fail, pero no quería esperar más para escribir sobre ello.

Uso Google Calendar. Encontraba difícil definir cada bloque de tiempo, pues estaba intentando definir cada tarea, así tome cinco minutos o quince minutos. Pero la UI de Google Calendar no está diseñada para mostrar rectángulos de tiempo con esa granularidad, los rectángulos se superponen y quedan ilegibles. Y si ocurre un cambio, mover todos esos bloquecitos se vuelve tedioso. Demasiada fricción.

Ya encontré una mejor forma: defino un bloque de tiempo de una hora o media hora y en mi cuaderno Circa anoto las tareas que haré en ese bloque de tiempo. Así tengo tareas de quince o diez minutos que hago en conjunto, y cualquier cambio inesperado es fácil de manejar en papel.

Como bonus, una foto de mis fallidos intentos:

Si les interesa leer más, este artículo de Drew Coffman es un buen punto de partida con enlaces a lo que otros han estado escribiendo y opinando.

It’s an eye-opening exercise: you’ll probably find that it’s tough — if not impossible — to find a place for everything. But this is the reality of your life. You’ve simply used the calendar to paint a true picture of the time commitments you have on your plate. And whether or not you make these commitments visible, they’re there. After all, if you’re going to be run over by a truck, you might as well get its license plate.