De Cámaras, Rollos y CCDs

Mi primera cámara fue una Canon Prima Junior DX 4. Me la compré alrededor de 1996 o 97 cuando empecé a trabajar. Era una cámara de rollo “automática” — eso significa que no tienes que adelantar el rollo a mano. La usaba para tomar fotos en los campamentos y viajes, donde el más memorable fue el viaje para ver Star Wars – The Phantom Menace.

Por este tiempo recibimos unas fotos familiares de mi hermano que vive en Estados Unidos y me parecieron extraordinarias. Tenían profundidad de campo, lo que yo solo podía describir como “profesionales” o “de revista.” En una llamada telefónica de larga distancia (no existía Facebook ni Whatsapp entonces) le pregunté cómo había tomado esas fotos y fue la primera vez que escuché de las cámaras SLR.

En una revista PC World de 1995 leí por primera vez sobre las cámaras digitales. En ese entonces todas las cámaras comunes eran de rollo, lo opuesto al día de hoy. Había un anuncio y una pequeña reseña de la Casio QV-10. La performance de esa cámara era mala aún para su tiempo, pero era un concepto extraordinario. Poco a poco comenzaron a popularizarse las cámaras digitales, empezaron a llegar a Perú y a bajar de precio. Oliver y yo soñábamos con tener nuestra propia cámara digital.

Ya en el 2002 me compré una Kodak Easyshare LS420. Había ahorrado durante un buen tiempo y la cámara estaba a mi alcance. Igualmente, la LS420 era pésima para su tiempo, pero era una cámara digital después de todo.

En el 2007 me compré mi primera SLR, una Canon EOS 300 (Rebel 2000). Sip, compré una cámara de rollo en una época digital porque quería una SLR. La compré de segunda a través de DeRemate Perú y estaba cosméticamente gastada, algo que el vendedor nunca mencionó. Bueno, tampoco mencionó que traía el battery grip BP-300. La cámara jamás presentó falla alguna, así que fue una buena compra después de todo.

En el año 2008 Oliver y yo nos compramos cada uno la Canon Powershot S5 IS, a quien de cariño bautizamos “Mara.” Es una gran cámara con quien pude tomar muchas fotos de las cuales me siento orgulloso. Aprendí bastante de fotografía con ella.

En el 2012 me puse a usar seriamente la cámara que heredé de mi Papá, la Olympus 35 LC, una rangefinder de rollo. Por su legado es una cámara muy especial para mí, y como rangefinder es toda una experiencia usarla.

En el mismo 2012 me compré mi primera SLR digital, una Canon EOS Rebel T1i. Lo curioso es que la cámara era ya un modelo antiguo, del año 2009, pero era lo mejor que podía adquirir. La compré con un battery grip y un lente EF 50mmm f/1.8 (el mkII).

En el 2014 Thalía me consiguió una Fujica ST 901 y una Olympus OM-1. Ambas funcionan, pero requieren una buena limpieza y lentes. Me gusta bastante la OM-1, es impresionante cuán pequeña es. La Fujica no me llama mucho la atención, a pesar de que la moderna Fuj XT-1 tiene su diseño inspirado en ella. Quizás es el hecho de que requiere una batería para funcionar, mientras que la OM-1 es completamente mecánica (a excepción del metering).

En el 2014 mismo compré un par de lentes y el vendedor me envió también una Canon 750 QD, diciendo que los lentes fueron parte de esa cámara y le pareció apropiado incluirlos en el paquete. ¡Wow! La 750 QD es una cámara muy básica, una “SLR Point-and-Shoot,” if you will. Nunca la he usado pues la batería es difícil conseguir en mi ciudad y, en serio, es bien básica.

En el 2015 me obsequiaron una Canon AE-1, una cámara SLR de rollo la cual he usado sólo una vez para probarla y la disfruté muchísimo. Está algo gastada del buen uso que le dio su dueño original, pero funciona todo perfecto.

¿Qué es de cada cámara?

La Canon Prima Junior DX 4 me la robaron de mi mochila. La Kodak LS420 está averiada. Primero falló el cargador, luego la batería agotó sus ciclos y la pantalla falla. La Canon EOS 300 aún la tengo y funciona. Vendí a Mara (la Canon Powershot S5 IS) luego de tenerla buen tiempo en desuso con la llegada de la T1i. A veces me arrepiento, pero la verdad es que igual la tendría guardada. La Olympus 35 LC tiene el obturador averiado; tengo pendiente arreglarla, pero encontrar tiempo es muy difícil. La Canon EOS Rebel T1i es mi cámara principal y la uso actualmente. La Canon 750 QD está guardada. La Fujica ST 901 y la Olympus OM-1 están guardadas hasta conseguir lentes. La Canon AE-1 está guardada esperando ver acción una vez más.

Me gustaría tener una point-and-shoot sencilla para que Thalía pueda tomar fotos de los chicos. Una que quepa en el bolsillo o cartera. A veces lo pienso demasiado y ya estoy soñando con una Canon G9x o una Ricoh GRD IV.

Hmmm, ¿qué cámaras sueño tener? Una Fuji X100T, o quizás una X-T1. Cuando anunciaron la X100 me gustó mucho. De no ser por el costo del rollo, me gustaría tener una Fuji Instax. Y una Olympus Mju II también, por ser un clásico. Si el dinero no fuese problema, escogería una Leica M Monochrom, pues me encanta el blanco y negro. ¡Oh! Quiero una TLR también, quizás una Rolleiflex, aunque el rollo de 120 es imposible de conseguir en mi ciudad. Y ojalá Canon siga los pasos de Nikon y saque un equivalente a la Nikon Df, quizás inspirada en la AE-1.

Octubre 2012 – Resumen Fotográfico

Thalía estuvo con hiperemesis gravídica — vómitos por el embarazo en tal exceso que no podía comer ni beber nada. Tuvo que estar hospitalizada un tiempo que se nos hizo largo. Su ausencia en casa, corriendo al hospital, corriendo contra el tiempo, faltar a las reuniones… una locura.

Ya he tenido un poco de experiencia con volutroles, llaves de dos vías, goteos y demás cuando Papá estuvo enfermo, y en esta ocasión ya me titulé del todo. Es interesante cómo uno se acostumbra a las jeringas y ampollas y se familiariza con términos y nombres complicados como Dimenhidrinato.

Gracias al Señor ya ha mejorado bastante y está contenta comiendo nuevamente.

Niza ya dio a luz cuatro gatitos, pero aún no he tenido tiempo de tomarles fotos, sólo tengo algunas de cuando estaba panzoncita.

Por fin pude ver de cerca una cámara Micro Four-Thirds, una Olympus PEN E-PM1. La vi por unos minutos y pude tomar una foto, pero no me impresionó mucho, excepto por su tamaño.

Agasajamos a Beto con pizza en su cumpleaños.

Y la vida continúa.

Mi Olympus 35 LC

Estoy usando la vieja cámara rangefinder de Papá, una Olympus 35 LC, creada en 1967. Mi Papá la mantuvo en excelente estado, y aún con todos esos años encima, funciona perfecta. Me encanta tomar fotos con esta cámara, prácticamente ha reemplazado mi Canon Powershot S5 IS. Es una belleza.

Siendo una cámara de rollo, no hay EXIF, así que tengo que tomar nota a mano de la apertura y velocidad de obturación en una libreta, revelar las fotos y compararlas con mis notas. Hago varias tomas con diferentes valores para ver cómo se comporta la cámara bajo diversas circunstancias y posteriormente usar ese conocimiento para obtener la imagen que quiero. Durante años la fotografía ha sido así antes de la inmediatez digital.

Parece aburrido, absurdo y anticuado hacerlo así en esta época, pero tomar fotos con rollo te hace ser más paciente, más cuidadoso y observador de lo que estás haciendo. Te detienes y prestas atención porque cada toma es limitada y tiene un precio. No puedes borrarla posteriormente. Y así, en el poco tiempo que he estado usando esta cámara he aprendido bastante de fotografía.

Si cometes un error usando una cámara digital, lo corriges inmediatamente, vuelves a tomar la foto y te olvidas de ello. Cuando cometo un error con rollo, no hay segunda oportunidad para arreglar la toma. Lamento haber perdido la foto y luego me pongo a investigar el por qué fallé y qué debí haber hecho. La siguiente vez que estoy en una situación similar inmediatamente recuerdo la ocasión anterior y hago los ajustes necesarios. He aprendido. Estoy seguro que usando una digital volvería a cometer el mismo error y volvería a hacer ajustes sin prestar atención.

Cuando la suma de toda esa experiencia pasada resulta en una buena foto, la satisfacción es indescriptible, es como sacarse un gran premio bien merecido.

El rollo te hace mejor fotógrafo.

Esta foto de Niza es la número 26, 250 a f/1.7. Había muy poca luz, ya estaba anocheciendo. No habría podido tomarla con la S5. El lente es un G. Zuiko de 42mm, muy fino. La apertura máxima del lente es de f/1.7, lo que me permite tomar fotos naturales con poca luz sin necesitar flash. Puedo tomar buenas fotos a 1/30, pues es una rangefinder y no tiene un espejo que se mueve; está hecha de metal, así que el peso me ayuda a mantenerla firme.

Luego de décadas la batería dejó de funcionar. Wein tiene un repuesto de Aire-Zinc que me costó $8.00. Es caro, pero el consumo es tan bajísimo que lo más seguro es que la historia se repita y sea uno de mis hijos quien le compre su próximo repuesto.

Hay toda una comunidad de aficionados a las rangefinders, dentro de la cual mi cámara es una de las raras. Me siento como invitado a un club exclusivo, al cual no merezco estar allí. La pasión de todos ellos por sus rangefinders me hace apreciar más la mía; sobre todo porque tiene un valor sentimental gigantesco.

Cuando la uso me siento más cerca de Papá, mirando el mundo a través del mismo visor.

Una cámara a la mano

Todo fotógrafo lamenta aquellas oportunidades fotográficas perdidas por no tener una cámara en el momento. Oliver sugería comprar una Point-and-Shoot para llevarla en el bolsillo. Ahora lo veo tomando fotos muy buenas con su Motorola Milestone. La opinión general es que la cámara del iPhone 4S ha reemplazado la P&S y es, para muchas personas y muchos casos, suficiente. Pero yo tengo un viejo iPhone 3G y ningún presupuesto para una 4S.

La cámara ideal sería una mezcla de DSLR con una P&S, lo cual ya existe: las Micro Four-Thirds. Controles manuales, profundidad de campo, lentes intercambiables, un sensor decente, etc. Todo fenomenal, a un tamaño ideal, a excepción de… el precio. A menos que se pague por sí mismo, no puedo justificar gastar mil dólares en una cámara.

Así que he optado por ignorar el tamaño y sacarle provecho a lo que tengo. Cambiar la mentalidad de “Si tan sólo tuviera _______” por “Esto es lo que tienes; sé creativo.” La forma y tamaño de mi Canon Powershot S5 IS la hacen engorrosa de llevar. He estado usando más la Olympus 35 LC (la rangefinder de rollo de mi Papá) a pesar que, irónicamente, es más grande y más pesada que la S5 (¡metal!). Su forma hace bastante diferencia para cargarla en la mochila y, no hay otra forma de decirlo, tomar fotos con ella es un exquisito placer.
Mi Canon EOS 300 (una SLR de rollo) la tengo que llevar desarmada (el cuerpo más el lente kit 28-80mm) y es incómodo. Podría prescindir del battery grip si comprase un par de pilas CR2 (¡cuestan 15 soles cada una!) con lo que su tamaño se reduce enormemente. Es la más ligera de todas (¡plástico!) a pesar de ser, armada, la más grande. Y es una SLR hecha y derecha.

No hay solución perfecta, así que ando llevando una u otra — en realidad elijo o bien la Canon S5 IS o la Olympus 35 LC. No me animo a sacar la EOS 300 aunque acaba de terminarse el rollo de la 35 LC y quizás eso me motive a meterla en la mochila.

Mi meta es tomar más y mejores fotos, tanto artística como técnicamente. Lo que me movió a todo esto fue este capítulo de The Bastards Book of Photography:

Showing up with a camera is important, no matter what kind of camera it is or whether you plan to take a single photo with it.

Everyone can remember a time when they saw something great and if only they had their camera then but now the moment has passed. No one remembers the times that they didn’t show up at all, and of course, neither will anyone else. So it’s great to be knowledgable and proficient at photography. But that means nothing if you don’t seek out the situations worth photographing.