Seguir Adelante

Tengo una lista titulada “Focus Areas” donde apunto aspectos de mi vida que quiero mejorar o cambiar. Uno de estos es “Hacer algo que me de miedo,” inspirado en un artículo de Kathy Sierra.

Recientemente han aparecido retos nuevos del tipo que usualmente declino porque no es mi especialidad o porque implica hacer cosas con las que no me siento cómodo o, lo confieso, porque les tengo miedo. Y a pesar de que todo mi cuerpo dice: “¡No aceptes!” he terminado diciendo sí y moviéndome en esa dirección. Muchas veces he sentido la urgencia de tirar la toalla y rendirme, de encontrar alguna salida fácil, de dejar de hacer aquellas cosas que están fuera de mi área de comodidad, de no cambiar mis hábitos y mi rutina, de exclamar “¡No estoy hecho para esto! ¡Esto no es para mí!” — mas por determinación propia, por ánimo de mis amigos o por la propia presión de la situación, he seguido adelante.

¿Y saben qué? Me alegro de ello.

Me alegro porque he aprendido un montón de cosas y he descubierto que muchas de ellas no eran tan difíciles o inalcanzables. Y ya les puedo escuchar decir, “Tío, este es el mismo rollo miedoso del que siempre escribes,” y es cierto, nunca aprendo o termino enfrentando estas cosas y regresionando imperceptiblemente a mi rinconcito de comodidad. Mas llevo dentro esa llamita que se niega a apagarse, que no se quiere rendir y que eventualmente vuelve a la carga y rompe cascarones. Es como un ciclo, como uno de esos biorritmos donde la onda sube y baja con un periodo que es un misterio para mí. Ahora está de subida y estoy abriéndome de nuevo. Estoy tratando de reducir mi introvertividad. Estuve jugando fútbol y, para mi sorpresa, descubrí que no era un desastre total como siempre pensé. La primera lección fue inmediata y obvia: “Me hubiese gustado haber intentado esto mucho antes.”

Así que no quiero seguir perdiendo tiempo, estoy tratando de probar cosas nuevas, aún con cierto recelo y con cierta medida — no quiero poner mi vida de cabeza de la noche a la mañana y encontrarme de mochilero tirando dedo en Praga. Estos logros me animan y estimulan a seguir intentando cosas nuevas o cosas ya conocidas a las cuales les he cerrado la puerta.