Si pues, el problema son los cobradores

En referencia al post de Nestor, sobre los cobradores:

Las veces que estoy en Lima me alojo donde mi hermano, que vive en Covida, Los Olivos. La oficina donde laboro queda en Miraflores, así que el viaje es largo. Lo bueno es que para regresarme, el micro que tomo (la “28”) pasa al frente de la oficina y, como recién empieza su ruta desde Barranco, viene vacío. Si bien para el trayecto de ida es raro que encuentre asiento, para regresarme casi siempre lo hago sentado. Lo cual es bueno porque uno termina el día cansado. Ya saben, de tanto ir al kiosko y contraatacar a la Luftwaffe.

Una vez tomé la 28 desde Larco y el micro no estaba lleno. Por alguna extraña razón, el cobrador me hablaba, a pesar que nunca le contestaba ni replicaba nada de lo que me decía. En una esquina, se sube un universitario y el cobrador, al ver que estaba sacando su carnet de universitario le preguntó hasta dónde iba. Cuando le contestó que a Los Olivos, el cobrador le dijo que no iba hasta allí, que “sólo llegaba hasta Bolívar.”
Como me vió confuso, ya que mi destino era el mismo, me explicó: “es que estos patas quieren pagar medio pasaje hasta Los Olivos, y no sale, pues.”

Me olvidé del asunto hasta que la última vez que estuve en Lima, me la hicieron. El cobrador me preguntó hasta dónde iba y yo le dije, “Covida.” El volteó y le preguntó al chofer, “¿Covida, vas?” y el chofer vaciló un poco y luego meneó la cabeza. “No voy, chochera.”
“¿No vas?” le pregunté, mientras me bajaba.
“No, llego hasta Bolívar.”

Recién abajo recordé el incidente anterior y me di cuenta que me la hicieron.

Al día siguiente y los días subsecuentes, igual como cuenta Nestor, le pensaba decir al cobrador “No importa, voy hasta donde llegues,” pero el incidente no ha vuelto a suceder ni tampoco me he encontrado con el mismo cobrador, cuyo rostro aún recuerdo.

Las primeras veces que hacía este trayecto, me cobraban 1.20 el pasaje. En subsecuentes estadías en Lima, me cobran ahora 1.50. Yo no tengo problemas en pagar lo que consideren justo. Así que tampoco me discriminen con que no les sale a cuenta llevarme durante todo un trayecto por el cual estoy pagando la tarifa completa y sin quejas.

Cómo elegir audífonos

Si estás en busca de un nuevo par de audífonos para tu discman, reproductor de MP3s o computadora, es obvio que quieras elegir un buen par con el mejor sonido posible. Para hacer una elección inteligente, sorprender a tus amigos y ser admirado por las chicas, basta conocer una sola cosa: la Frecuencia de Respuesta. Hay otros factores más, pero para un iPod o un walkman, es complicarse la vida innecesariamente.

Todos los audífonos que se precien de ser decentes incluyen esta información en la caja. Por ejemplo, este es el blister de mis audífonos Philips:

La Frecuencia de Respuesta se describe como un rango que se mide en Hercios (“Hz”). En mi blister: desde 14 Hz hasta 20,000 Hz. Algunos optan por decir “20 KHz” en lugar de “20,000 Hz.” Estos números describen el rango de frecuencias que los audífonos alcanzan a reproducir.

El primer número es la frecuencia más baja posible. Mientras más bajo sea el número, mejor.

El segundo número es la frecuencia más alta que pueden llegar los audífonos. Mientras más alto sea el número, mejor.

El oído humano puede percibir sonidos desde los 20 Hz hasta los 20,000 Hz (algunos citan 22,000 Hz). Fuera de esos rangos, la diferencia es, en la práctica, inapreciable (al menos audiblemente — hay frecuencias bajas que no se escuchan, pero sí se pueden sentir en el cuerpo).

No vale la pena coger un par de audífonos chinos baratos y curiosear su frecuencia de respuesta. La construcción interna es diferente, lo cual los hace precisamente baratos. Es más seguro irse por los de marca: Aiwa, Sony o Philips y elegir entre ellos.

Otro número importante son los “dB” — que son los decibelios. Simplificando, es una medida de volumen. Mientras más alto los decibelios, más “alto” o más “fuerte” se escucha. Este número es importante porque los audífonos pueden dañarte lentamente los oídos y traerte serios problemas en la posteridad. El límite máximo que frecuentemente rige son los 100 dB. Los 0 dB son el silencio teórico. Cabe mencionar que los decibelios son una medida logarítmica.

Una conversación normal va desde los 60 a 70 dB. El sonido de un restaurante lleno de gente es 85 dB. El ladrido de un perro puede llegar a los 100 dB. Una motosierra, 110 dB. El sonido de un avión despegando va por unos tremendos 140 dB que te dejarían sin oídos. Como regla, a partir de los 125 dB ya se empieza a sentir dolor.

Está de más recalcar que no hay que escuchar música con el volumen demasiado alto. Si estás en tu micro lleno de gente y con la radio del conductor encendida, es probable que ya estés por los 80 u 85 dBs. Si te pones tus audífonos y le subes el volumen al máximo para ahogar todo ese ruido puedes lastimarte seriamente. Hoy día eres joven, pero es cuestión de tiempo para que te pongas viejo y te des con la linda sorpresa que los daños a los oídos son irreversibles.

Si eres de los que hacen eso, prueba bajarte del micro manteniendo el mismo volumen. Recién cuando estés en la calle, quítate los audífonos por un momento, escucha el ambiente y luego vuélvetelos a poner para que te des cuenta del maltrato que te has estado dando en todo el trayecto.

Freelancer, con “f” de Fe

Me puse a leer esos libros que no quería leer porque sabía que iban a decir cosas que no quería enfrentar. Concretamente, “En pos de sombras” y “Verdadero Discipulado,” ambos de William McDonald. “Verdadero Discipulado” ya lo había empezado a leer hace años atrás y es difícil. Pero “En pos de sombras” lo había evitado hasta donde se me hizo posible.
Eventualmente, fue cosa de sincerarse conmigo mismo, de decidirme a colocar las cosas en orden y de resignarme a hacer lo que responsablemente debo hacer ante Dios. Así que aprovechando los largos trayectos de ida al trabajo en Lima (de regreso no hay luz suficiente), me puse a leer ambos libros, empezando con “En pos de sombras.”

Esta última estadía en Lima se hizo más larga de lo acordado (fui por dos semanas y me quedé por un mes y medio) y dejé muchas responsabilidades en el aire. Como era de esperarse, ni bien empecé a ordenar todo, las cosas comenzaron a caer por sí solas y el Orden empezó a establecerse.

Sin entrar mucho en detalles, me salió una buena oportunidad para cumplir una de las metas que tengo, que es independizarme. Eso también me permitiría cumplir con mis responsabilidades, disponer mejor mi tiempo y dar prioridad a lo que realmente es prioritario. De la nada me escribió un Mexicano pidiendo mis servicios, lo cual ha resultado muy bien y está contento. Las cosas empezaron a funcionar, ciertas puertas empezaron a cerrarse y otras a abrirse. Me sentí como hace tiempo no me había sentido; como los enciclopedistas de Fundación que esperan el único camino posible en medio de una crisis Seldon.

Ahora estoy trabajando medio tiempo para Peruserver y medio tiempo Freelancer. Para empezar me está yendo bien, el medio tiempo de Freelance ya lo tengo lleno. Aún tengo que ordenar varias cosas desde que regresé a Ica, mi oficina está hecha un desastre… y con mi nuevo teclado no me alcanza el espacio. ¡Necesito un escritorio más grande! Tengo miles de pendientes y siento que el tiempo se me acorta otra vez. Así es siempre, y esta vez estoy más tranquilo que antes. Sé que el Señor proveerá. Siempre ha provisto para mi hermano, aún cuando la situación ha estado difícil y yo también quiero eso, quiero también experimentar lo mismo y caminar por fe.

Lo mejor de esta última estadía en Lima ha sido estar con la compañía de mi hermano y de su esposa. Ver a sus alumnitos aprender y responder a las lecciones bíblicas ha sido sorprendente e inspirador. Como siempre, son los pequeños detalles los que te hacen pensar. Mientras Juampa y Sonia me acompañaban a la agencia para regresarme a Ica (me faltaban manos para llevar mi teclado), Sonia me comentaba de una conferencia donde un tema serían predicciones del movimiento del dólar. Sonaba bastante interesante, y ella dijo “El problema es que es el Jueves, y el Jueves hay culto.” Luego haciendo el ademán de balanza, dijo como midiendo, “Charla, culto, charla, culto… me quedo con el culto.”

Dentro de mí yo estaba pensando en la charla, y escuchar su respuesta me puso las cosas nuevamente en perspectiva. Quiero eso para mi vida, quiero eso de vuelta. A golpes duros he tenido que aprender, pero aquí estoy. Ya estoy listo.

“Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” -Mateo 6:33

Es que estaba en Japón

Todos los Sábados mi hermano y su esposa tienen una clase bíblica en su casa, con niños de 7 a 11 años. Están llevando una serie empezando desde Génesis. Este Sábado pasado fue el examen y coincidió con el regreso de Aldo, un chiquito que había estado de viaje con su familia en el Japón. Sonia nos contó que Aldo la pasó preocupadísimo porque no sabía nada. Previamente se hizo un repaso, y trataba de recordar, pero nada.

Entonces se acercó a Sonia y le confesó que no podía responder nada porque había estado ausente. “Ya lo sé y no te preocupes, Aldito,” le contestó Sonia. “Responde lo que puedas y si no has estado en esa clase, escribe que no estuviste.”

Dicho y hecho, Aldo procedió a resolver su examen.

En serio, tienen que ver esto. Hagan click para ver el examen completo:

Inocencia pura y apachurrable. :)

El valor de un nombre de dominio

Uno de los proyectos que tengo es Nicehacks, un directorio de Software Libre. Las actualizaciones no son muy frecuentes dado que ya no soy tan curioso como antes (léase: ya no pierdo el tiempo como antes) ni tampoco tengo la necesidad de resolver tantos problemas o configuraciones como lo hacía antes cuando aprendía de Linux.

Tengo pendiente un rediseño de la portada y estuve considerando dejar por completo el proyecto (léase: reducción de costos), cedérselo a otra persona o darle más amor (all you need is love). Pensando en el rediseño, se me ocurrió ver qué salía al visitar la web de Sweetcode. Dan Egnor me dió su bendición oficial y pensé, “Caramba, ¿por qué no revivir Sweetcode y dejarlo tal como estaba antes de ser abandonado?” Quizás ya no continuaría Nicehacks, pero Sweetcode seguiría siendo Sweetcode.
Así que busqué el formulario para hablar con el dueño y preguntarle “cómo es” para cederme el dominio.

Su respuesta fue, “I would be willing to accept $550 USD for this domain payable via paypal.”

Y ahí murió el payaso. :\